Site icon itMendoza

Conte Grande: el barco en el que llegó mi abuelo a Argentina

Conte Grande - Conte Grande Y Conte Biancamano

El Conte Grande fue uno de los barcos más importantes de la Lloyd Sabaudo, la naviera italiana. Se estima que desde 1882 hasta 1960 llegaron a la Argentina casi 2500 navíos. Desde que comenzó a cubrir la ruta Génova-Buenos Aires, durante la primera mitad del siglo XX, el Conte Grande vino al país 38 veces. En esos recorridos trajo al país a casi 200.000 inmigrantes italianos entre los que se contaba mi abuelo, Angelo Abbona, oriundo de Piamonte, que llegó al país en 1950. En esta nota les contaré la historia de su viaje en el Conte Grande, desde que con apenas 19 años zarpó desde el puerto de Génova, hasta que empezó su vida en Argentina, cuando llegó al puerto de Buenos Aires.

Viajar a la Argentina en barco, una odisea para valientes

Viajar en barco durante la primera mitad del siglo XX era todavía una aventura muy arriesgada. Los viajes duraban en promedio un mes. Si el barco salía del puerto de Génova, las últimas paradas de ese lado del Atlántico eran o en los puertos del sur de Italia, en las colonias africanas o en Barcelona. Si bien antes de viajar cada pasajero era sometido a rigurosos controles de salud que lo habilitaban o no a embarcar, la amenaza de un brote, una enfermedad o la contaminación del agua siempre estaba presente. Por eso, antes de pisar suelo argentino, también ponían a los pasajeros en una breve cuarentena. Algunas familias, como la mía, primero enviaron al mayor de los hijos al país o al padre de familia y recién una vez que este estuviera asentado, emigraba el resto del clan.

Los contratos de trabajo, una de las formas que los jóvenes tenían para emigrar

Unos meses antes de que mi abuelo partiera para Argentina, Sor Stefanina Airoldi, su maestra de jardín de infantes y una de las monjas del convento de Mondovì, llegó a Buenos Aires. Tras instalarse en un convento en Merlo, provincia de Buenos Aires, le garantizó a mi bisabuela, preocupada por el bienestar de su hijo, que el viaje era seguro para un joven de su edad. En Argentina, Stefanina le consiguió a Angelo un contrato de trabajo y fue ese papel el que le permitió iniciar las gestiones legales para dejar Italia. En los documentos que Angelo portaba a su llegada, constaba que venía al país para trabajar como ebanista y que su salud estaba en óptimas condiciones. Sus empleadores eran los dueños de un aserradero en Mercedes, provincia de Buenos Aires. En esa zona se buscaba a italianos que ya tuvieran un oficio para trabajar en la industria local.

Abordar el Conte Grande: la primera parte del adiós

El 22 de marzo de 1950, después de cenar, mi abuelo se despidió de su familia. En su casa natal, en Dogliani, un pueblo en la provincia de Cúneo, además de sus padres y sus hermanos vivían su tío, su mujer y sus hijos. Durante la madrugada del 23, con su valija negra a cuestas, sus documentos y las liras suficientes para dar algunas propinas, se trasladó hasta Génova. Hoy en día, ese trayecto de aproximadamente 150 kilómetros se recorre en poco más de una hora y media. Por aquel entonces, debido al estado de las rutas terrestres, la duración era del doble. Al llegar al puerto, mi abuelo presentó todos los papeles y su boleto. Mientras esperaba para subir al barco, recorrió por última vez el puerto. Esa sería la última imagen que se llevaría de la Italia que amaba.

El Conte Grande por dentro: pileta, orquestas y bailes

El buque contaba con tres sectores bien diferenciados, primera, segunda y tercera clase. En primera clase, el barco contaba con un salón de baile, una piscina cubierta, una sala de escritura, un comedor de lujo. Dos veces por día una orquesta tocaba valses, operetas y boleros, entre otras piezas musicales. En segunda y tercera clase, los centros la recreación y esparcimiento eran más modestos, pero más espaciosos ya que la cantidad de gente en esas zonas del barco era mucho mayor. Mientras que en primera solo había plazas para 215 personas, en tercera llegaban a las 950. El menú que se ofrecía era bastante abundante e incluía desde sopas hasta farináceos. Las pastas eran el plato principal para todos y los quesos y el vino eran un alimento infaltable.

Tres semanas en el Conte Grande, y por fin, ¡tierra a la vista!

Después de zarpar del puerto de Génova, el Conte Grande recogió pasajeros en los puertos de Villefranche-sur-Mer (Niza) y Barcelona. Desde allí empezó su travesía por el Atlántico hasta llegar a Sudamérica. El primer puerto que tocó fue el de Santos, en Brasil. Para ese entonces, a mediados de abril, quienes abordaron en Italia viajaban hace casi tres semanas. El 15 de abril el barco llegó a Argentina y tras 24 horas de cuarentena, los pasajeros pudieron descender. El 16 de abril, según consta en sus documentos, mi abuelo pisó por primera vez Buenos Aires. Junto con otros recién llegados fue hasta el Hotel de Inmigrantes. Allí estuvo una semana hasta que sus empleadores, italianos como él, lo fueron a buscar y lo llevaron a Mercedes a trabajar. Así empezó su vida en Argentina.

Conte Grande: el barco en el que llegó mi abuelo a Argentina ultima modifica: 2021-05-06T00:19:00-03:00 da Victoria Bibiloni Abbona

Commenti

Exit mobile version