Cada 3 de junio Argentina celebra al inmigrante italiano que, por razones de fuerza mayor, se vio obligado a abandonar el país europeo. La fecha conmemora el nacimiento del gran prócer, el doctor Manuel Belgrano, quien fue hijo del ligur Domenico Belgrano.
En 1870 se produjo una inmigración masiva de italianos en nuestro país, la cual se prolongó hasta mediados del siglo XX. Hoy en día se estima que alrededor del 50% de los habitantes de Argentina son de origen italiano. Tal es así que la influencia de la cultura del Bel Paese se hace evidente en todos los ámbitos de la cultura de nuestra nación.
Por esta razón, el gobierno argentino promulgó la Ley N° 24561 con el objetivo de homenajear a todos los expatriados italianos que, con trabajo, esfuerzo y valores, ayudaron a engrandecer el país.
Joven italiana abandonando su patria con la tricolor a sus espaldas
¡Salud al inmigrante!
A más de 60 años de su partida, dos inmigrantes del sur de Italia conversaron con itMendoza sobre sus primeros años en nuestro país, los aportes de los expatriados en la economía de la provincia y la calurosa acogida de Argentina al pueblo italiano.
Giuseppe Cucurullo, un inmigrante con historia
Giuseppe Cucurullo, inmigrante de origen campano hoy radicado en Mendoza, recuerda la llegada a Argentina junto a sus padres y sus tres hermanos.
“Primero vino mi padre por cuestiones de trabajo y, en 1953, vinimos mis hermanos y yo, con mi madre. Tardamos casi un mes y medio en llegar acá. Hicimos el tramo hasta África y nos quedamos una semana allí porque se rompió la caldera. En el segundo tramo fuimos hasta San Pablo y luego a Buenos Aires… ¡Llegamos después de 34 días!”
Los Cucurullo vivieron en un conventillo en La Boca, junto a otras trece familias. Giuseppe hace memoria con nostalgia sobre aquellos días en el barrio porteño:
“¡Vivir ahí fue hermoso! Eran todos genoveses. A pesar de que vivíamos en una sola pieza dividida en dos, era lindo porque era muy alegre. Hacíamos carnavales, mi madre cantaba y hacíamos las ‘guerras de conventillos’. Cuando teníamos un cumpleaños, nos juntábamos todos los que vivíamos ahí. Fue realmente muy hermoso”.
Conventillo porteño, hogar de inmigrantes genoveses
Antonio Curia, un italiano agradecido
Antonio Curia, calabrés afincado en la provincia, reflexiona sobre Argentina, el país que le abrió los brazos:
“Nosotros más que por voluntad propia, vinimos por voluntad de nuestros padres. No entendíamos nada, éramos niños. Argentina es realmente un país maravilloso, de muchas posibilidades, que ha sido muy generoso para con nosotros y para con todos los inmigrantes en general. Para nosotros decir ‘italiano’ o decir ‘argentino’ es prácticamente lo mismo”.
Además, Curia medita sobre los aportes de Italia hacia la economía de Mendoza:
“La colectividad italiana en Mendoza se ha distinguido porque ha sido muy laboriosa en todos lados. Los italianos, a donde fueron en el mundo, llevaron progreso con la cultura del trabajo y de la vivienda. Por ende, la industria mendocina es hija de Italia: es notorio cómo la gran mayoría de los viñateros son de apellido italiano”.
