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Mendoza y el mar: una historia de amor imposible

Mendoza Y El Mar - Atardecer

Mendoza y el mar es una pareja muy particular. En Mendoza, obviamente, amamos nuestra bella montaña, pero eso no quita que en el verano y feriados salgamos disparados a meter las patas en la arena.

Mendoza y el mar, un amor que atraviesa montañas

Ayer, 1° de octubre, Argentina celebró el Día del Mar. Este artículo llegó hasta esta orilla, un poco tardíamente, pero cargado de mucho simbolismo.

Mendoza Y El Mar - Almeria
Photocredit: Camila Balter

Un día como hoy, en 1955, se estrenó Surcos en el mar. Si el amor de los mendocinos por el mar puede resultar un tema algo disparatado, este film rodado en Mendoza sobre dos marineros, suena aún más descabellado. Sin embargo, se trata de una de las producciones cinematográficas mendocinas mejor logradas. Fue la última realización producida por los capitales mendocinos de Film Andes. También fue la despedida del reconocidísimo actor nacional Enrique Muiño. La película contó con una producción sin igual: alquilaron hasta un tren especial para trasladar a los extras a Potrerillos, donde se rodaban exteriores. Pero esa ya es otra historia.

Mendoza y el mar: ¿Por qué nos atrae tanto?

Mendoza es una especie de puente entre el Océano Atlántico y el Pacífico. Según los gustos de cada habitante, algunos prefieren una costa, otros prefieren la otra. La gran distancia de la costa argentina no resulta un impedimento para disfrutar del mar. Tampoco la Cordillera de los Andes. Su poder de atracción es tal que estamos dispuestos a mucho esfuerzo con tal de acercarnos a los encantos de la brisa marina. Pero, ¿por qué?

La explicación de la ciencia

Su fusión con el horizonte infinito simboliza el gran misterio que nos atrapa en cientos de preguntas sin respuesta. Tiene la capacidad de relajarnos y de inquietarnos al mismo tiempo. Tal vez lo que nos abruma y atrae es la libertad que representa, “la libertad que la tierra no nos da”, como reflexiona Jesús García, un amante del océano.

Mendoza Y El Mar - Puesta De Sol
Atardecer en Mendoza. Photocredit: Camila Balter

Distintas investigaciones han demostrado que las escenas marítimas nos calman. Estas activan regiones del cerebro vinculadas a un menor estrés y a una mayor empatía. Además, el color azul proporciona paz.
Algunos expertos además sostienen que el mar induce un estado meditativo leve que no solamente calma, sino que aumenta nuestra consciencia y nos ayuda a estar en el presente.

¿Qué dicen los poetas al respecto?

Los bordes de Baricco

El escritor italiano Alessandro Baricco le dedicó un libro conmovedor a este tema: Océano mar. Es casi un ensayo, ya que contiene profundas reflexiones y definiciones sobre el mar:

  • ¿Dónde empieza el final del mar?”
  • “El mar borra por la noche. La marea esconde. Es como si no hubiera pasado nunca nadie. Es como si no hubiéramos existido nunca. Si hay un lugar en el mundo en el que puedes pensar que no eres nada, ese lugar está aquí. Ya no es tierra, todavía no es mar. No es vida falsa, no es vida verdadera. Es tiempo. Tiempo que pasa. Y basta.”
  • “El mar encanta, el mar mata, conmueve, asusta, también hace reír, a veces desaparece, de vez en cuando se disfraza de lago, o bien construye tempestades, devora naves, regala riquezas, no da respuestas, es sabio, es dulce, es potente, es imprevisible. Pero, sobre todo, el mar llama.”
  • “Esta es la orilla del mar […] Ni tierra ni mar. Es un lugar que no existe.”

Photocredit imagen de portada: Camila Balter

Mendoza y el mar: una historia de amor imposible ultima modifica: 2020-10-02T00:15:00-03:00 da Camila Balter

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