Se lo conocía como “la voz que acaricia” tanto por el tono de sus interpretaciones como por las canciones que cantaba. Había nacido en Mendoza, un 23 de agosto y fue uno de los cantantes más populares en la Latinoamérica del siglo XX. ¿De quién hablamos? De Leo Marini. Este cantante, de orígenes franceses e italianos fue una de las voces más representativas que salió desde Mendoza hacia el mundo. Durante casi medio siglo de carrera recorrió con su música todo el continente e interpretó principalmente boleros y baladas. Leo Marini también formó parte de distintas orquestas de música latina entre ellas las que se contaban la Sonora Matancera y la orquesta La Grande, de orígenes cubano y venezolano respectivamente. En esta nota, cuando se está por cumplir un nuevo aniversario de su nacimiento, recordamos su historia, su figura y su trayectoria.
Sus primeros años y el nacimiento de su pasión por la música
Leo Marini nació el 23 de agosto de 1920 en Mendoza con el nombre de Alberto Batet Vitali. Su padre, llamado Luis, administraba el restaurante Los Tres Hermanos mientras que su madre, Herminia Vitali, era despachante en una bodega de comestibles. La familia vivía en una casona ubicada sobre la intersección de las calles San Martín y Alem de la ciudad de Mendoza. Cuando Leo tenía apenas cinco años su padre falleció. Mientras tanto, en una habitación contigua nacía su hermana menor. Unos años más tarde, su madre volvió a casarse con Felipe, un acomodado comerciante con quien tendría dos hijos más. Fue en esos años que el pequeño paulatinamente descubrió la música latinoamericana y puntualmente los boleros. Con el paso del tiempo, eso que solamente era un pasatiempo se convirtió en una pasión a la que podría dedicar su vida.
De Alberto Batet, un adolescente soñador, a Leo Marini, el cantante
De adolescente Leo Marini se presentó a cantar por primera vez en la radio LV10. En aquella ocasión, la presentación fue un fracaso. Sin embargo, este hecho en vez de hacerlo desistir de su sueño lo incentivó a seguir perfeccionándose. En la misma radio, simultáneamente, se estaba presentando Juan Díaz de Andrés, un tenor lírico que estaba de paso por la provincia. El joven Alberto le pidió que lo entrenara el tiempo que fuera necesario para mejorar sus condiciones vocales. Díaz aceptó y entrenó a Alberto por un año hasta darle un estilo propio, ese que lo haría conocido como “la voz que acaricia”. Pasado ese tiempo, fue el mismo Díaz quien volvió llevar al joven a la radio. Allí, junto con uno de los presentadores de la emisora, Francisco Fábregas, crean un nombre artístico para Alberto. Esa tarde nació Leo Marini, el cantante.
El inicio de sus viajes por América Latina
En 1941, a los 21 años, viajó a Chile con sus amigos. Allí, lo contrataron para cantar en emisoras de Viña del Mar y Valparaíso. En Valparaíso conoció a Isidro Benítez, un pianista con el que grabó para la RCA de Chile. Esas producciones incluyen temas de cantautores mexicanos, aquellos que Leo imitaba de pequeño. Posteriormente, Marini se trasladó a Buenos Aires y consiguió un contrato de cuatro años en la radio LR3 Belgrano. Allí conoció a Américo Belloto Varoni, el primer violinista de la orquesta de planta de la radio. Justo en ese momento, la discográfica Odeón le había encargado a Belloto Varoni encontrar una voz para nuevos discos de boleros. Fue entonces que Leo Marini entró en escena para las sesiones de Don Américo y sus Caribes. El éxito de esos discos sería el puntapié para iniciar una gira por Latinoamérica y también, protagonizar su primera película.
La Sonora Matancera y otras aventuras latinoamericanas
Leo Marini llegó a Venezuela en 1948 y posteriormente siguió su recorrido por Cuba, Puerto Rico y República Dominicana. Luego, una vez más, volvió a Buenos Aires y a Chile para después continuar por Perú, Ecuador y Colombia. Dos años después, en 1950, regresó a Buenos Aires y comenzó a trabajar con la orquesta de la “Radio El Mundo”. Simultáneamente, protagonizó “Mary tuvo la culpa”, su segunda película. En 1951, Leo llega a Cuba para grabar con la Sonora Matancera, una orquesta que al día de hoy lleva más de 100 años de vida. Un año más tarde, filma su tercera película “¡Qué rico el mambo!”. Durante los siguientes años sigue grabando con la Sonora Matancera y en 1958 graba el álbum Reminiscencias.
Su vuelta a la Argentina
Para 1970, cuando regresa a Argentina firma un contrato con una discográfica venezolana y comienza a formar parte de orquesta de Arnoldo Nali. Juntos graban un nuevo LP con 12 canciones inéditas. Las presentaciones de Leo Marini, aunque más espaciadas que una década atrás no dejan de sucederse. En 1978, Marini es condecorado por el presidente de Venezuela junto con otros artistas como Libertad Lamarque y Pedro Vargas. Dos años después, colaboró como invitado en el primer disco de la Orquesta La Grande. Terminado ese trabajo vuelve a radicarse en Buenos Aires donde vivían los hijos que tuvo con su primera esposa. En los siguientes años siguió haciendo presentaciones en ciudades como Caracas, San Juan, Bogotá, Medellín, Cali y México.
Los últimos años de Leo Marini
En 1993 cuando contaba con 73 años le detectaron un cáncer de próstata que se había expandido a otros órganos de su cuerpo. Pese a que el diagnóstico inicial no era para nada alentador, gracias a distintos tratamientos pudo prolongar su vida. En 1995, distintos artistas locales lo homenajearon en vida en Buenos Aires y de ese encuentro surgió un nuevo disco compacto. Cuando su salud se deterioró aún más, Leo Marini volvió a Mendoza, a lo que fue la casa donde había crecido. Allí, el 15 de octubre de 2000, el llamado Bolerista de América falleció, acompañado de sus hermanas y su círculo más íntimo. Uno de los últimos textos en homenaje a él desde Mendoza fue escrito por Jorge Sosa.
