Organistas, músicos, artistas, viticultores, empresarios y picapedreros. Mendoza, San Juan y San Luis albergan a más de 80 mil ciudadanos italianos. Muchos de ellos son descendientes de hombres y mujeres que llegaron a esta tierra y desde ese momento contribuyeron con sus saberes y técnicas a hacer una provincia cada vez mejor. Algunos de ellos, ignorados aquí, sin embargo, fueron condecorados en Italia. Otros, dieron desde Mendoza el puntapié para expandir sus negocios por toda la Argentina o crear industrias que hoy son características de la provincia. Hoy te contamos sobre esos italianos que si bien no fueron tapa de los diarios o las revistas, aportaron su granito de arena para construir una Mendoza más rica.
Del órgano de la Iglesia de la Merced a las piedras del palacio de Justicia
El órgano de la Iglesia de la Merced fue creación de Alberto Mateo Poggi, un inmigrante genovés que realizó similares trabajos en otras iglesias del país como las parroquias de San Telmo, Concepción, San Ignacio, San Nicolás de Bari. Además, las catedrales de La Plata, San Juan, Paraná y Santiago del Estero tienen órganos hechos por él. Mientras tanto, Egidio Trevisán llegó a Mendoza después de ser prisionero de los nazis y partigiano. Aquí, con otros dos italianos fundó una pequeña empresa de picapedreros que proveyó las piedras para la construcción del Palacio de Justicia.
De la casa de Gobierno al dique El Carrizal
Cayetano Perrone, un ingeniero y empresario italiano, creó la constructora Perrone y Ayerza. Esta empresa se encargó de la construcción de varios edificios como los de La Razón, el Plaza Hotel, el Teatro Casino y Casa de Gobierno de Mendoza. Manuel Mignani, mientras tanto, fue el hacedor del proyecto del Club Gimnasia y Esgrima de la provincia. Además fue el creador del oratorio de la Escuela de Práctica Femenina. El calabrés Salvador Sollazzo fundó Sollazzo Hermanos, la firma detrás de la construcción de los diques de El Nihuil, Valle Grande y El Carrizal.
Los italianos en las industrias vitivinícola y olivícola
Francesco Marinelli fue un personaje clave para la introducción del vino mendocino en Buenos Aires a finales de siglo XIX. Por aquel entonces, los impuestos sobre los vinos extranjeros eran exorbitantes. Marinelli vio la oportunidad de comercializar los locales e inclusive surgieron falsificadores que vendían vinos mendocinos como italianos. Una calle de Maipú debe su nombre a Alta Italia, la bodega de los hermanos Francesco y Antonio Nardi. Mientras tanto, Enrique Orandi fue el fundador de la Destilería General Gutiérrez, una de las primeras de Mendoza. La olivicultura tuvo su primer impulso gracias a Augusto Rafaelli. A principios de siglo XX, Rafaelli trajo provenientes de la ribera de Liguria y la Toscana alrededor de 30 mil ejemplares de olivos que luego se utilizaron para la producción de conservas de aceitunas y aceite de oliva.
Los italianos en la educación y la medicina
Pedro Ricaldone, oriundo del Piemonte, fue parte de la congregación fundada por Don Bosco. Se asentó en Mendoza a comienzos de siglo y desde ese entonces fue el encargado de fundar y desarrollar distintas escuelas. Entre ellas se cuentan la Escuela de Enología y Olivicultura de Rodeo del Medio y la Granja-Escuela de Eugenio Bustos. Vicente Vacirca fue profesor de italiano en el Colegio Franco-Argentino y también periodista hasta que volvió a Italia a desempeñarse en distintos cargos dentro del Partido Socialista. Antonio Scaravelli fue uno de los facultativos más queridos por el pueblo de Tunuyán. Tal es así que el principal hospital de ese departamento mendocino lleva su nombre. Teodorico Reale fue otro médico italiano que llegó a Cuyo, primero vivió en el norte de Mendoza y después se trasladó a San Juan. Federico Stanziola, médico graduado en la Universidad de Palermo ejerció su profesión durante años en Junín.
Invitamos a la comunidad a leer esta nota 🙏