Valentina Gargantini es una enóloga mendocina de origen italiano. Desde hace algunos meses está trabajando en una bodega en la región de Friuli, al noreste de Italia. Su apellido recuerda y rememora a grandes hacedores del vino, quienes llegaron a la provincia y se enamoraron de esta tierra desde el minuto cero. Durante más de tres generaciones, la vida de Valentina y su familia estuvo inmersa la cultura del vino. La pandemia por el Covid-19 ralentizó sus planes de viajar. Sin embargo, Valentina finalmente pudo cumplir uno de sus anhelos más grandes: trabajar en una bodega de Italia. En esta nota, Valentina Gargantini nos cuenta más sobre su experiencia, su pasión por el vino y cómo en Italia encontró un lugar donde, según sus propias palabras, “lo tiene todo”.
Una de las decisiones más acertadas para Valentina
La familia de Valentina tiene una íntima conexión con la historia del vino y la vitivinicultura en Mendoza. Por esa razón decidió estudiar enología. Uno de sus más preciados deseos era descubrir de primera mano aquellos lugares donde desde tiempos ancestrales se elabora el vino. “Siempre me gustó la idea de venir a Europa, más que nada a Francia, que es la cuna vitivinícola del mundo”, nos comentó. Sin embargo, un viaje que hizo a Italia acompañada de su familia la hizo cambiar de parecer. Esa primera vez que viajó, varios años antes de la pandemia, Valentina quedó cautivada por el belpaese y desde ese momento supo que querría conocer cómo se hacía el vino allí. Decidirse por Italia, asegura, fue “una de las decisiones más acertadas de su vida”.
Valentina: “En casa, pero a la distancia”
“La primera vez que viajé, la verdad que no estuve en muchos lugares, solo en los más conocidos”, recuerda. “Pero me enamoré de toda la cultura que tienen, de los viejos imperios…”. Fue en ese momento que Valentina descubrió qué tan familiar le resultaba la tierra de sus ancestros. “En este lugar lo tengo todo, tengo vitivinicultura y tengo lugares que me encantaría conocer”. En su experiencia, la gente es también muy importante. “La verdad que los italianos son muy parecidos a nosotros. Yo me pude llevar muy muy bien con los italianos, nos entendemos mucho“, asegura. Si bien ya conocía el idioma, fue muy distinto lo que comenzó a vivir ya en Italia. “Los italianos tienen nuestras mismas expresiones, o sea todas las palabras argentinas tienen una traducción en italiano y eso la verdad que está muy bueno, me hace sentir como en casa pero a la distancia“.
Su llegada a la Italia vitivinícola
“El mundo del vino es muy abierto”, asegura Valentina. “Por el Covid no pude viajar antes, pero después fue bastante fácil. Soy ciudadana italiana y para trabajar acá solamente aceptaban ciudadanos europeos, justamente por todo lo que pasó con el Covid. Ese era uno de los principales requisitos”, recuerda. Su vida, repleta de experiencias en el mundo del vino, también le jugó a favor. “Yo gracias a Dios tengo mucha experiencia en bodegas. Eso fue crucial”, asegura. Sin embargo, otro de los aspectos que resalta es que desde que comenzó a trabajar en Italia aprendió muchas cosas nuevas. “Las leyes con respecto al vino son bastante diferentes en Italia y Argentina, pero desde que estoy acá no hago otra cosa que no sea aprender“.
Las recomendaciones de Valentina para otros ítalo-argentinos
Para Valentina, su familia fue un factor fundamental a la hora de tomar la decisión de ir a Friuli. “A mí me empujó mucho mi familia, saber que mis bisabuelos son italianos, que son de acá son de allá… Me gusta mucho todo eso, me tira mucho lo familiar”, asegura. Es con esta perspectiva que fervientemente desea que otros ítalo-argentinos también pasen por esta experiencia. “Ojalá todos pudieran tener la oportunidad de hacer cosas de su carrera en Italia, la verdad que es una experiencia que se la deseo a todos los que sientan que tienen sus raíces acá”, reflexiona.
È vero: Italia è come una seconda casa!