Hablar de la gesta del Libertador San Martín nos lleva de forma inevitable a Mendoza. El Libertador y Mendoza son casi sinónimos tradicionalmente asociados por el Cruce de Los Andes. Sin embargo, detrás de la gesta libertadora está el profundo amor de San Martín por Cuyo y la Ciudad de Mendoza.
La llegada del Libertador a Cuyo
Ya en los albores de la independencia, se formó en 1812 el Segundo Triunvirato, por presiones de San Martín para evitar la infiltración inglesa en el Río de la Plata. Este triunvirato creó por decreto, el 29 de noviembre de 1813, la Gobernación Intendencia de Cuyo. Esta gobernación estaba integrada por las actuales provincias de Mendoza, San Juan y San Luis, con capital en Mendoza. Esto le devolvía la jerarquía a Cuyo que había perdido en 1783 cuando fue anexada a la gobernación de Córdoba del Tucumán. El Libertador fue designado Gobernador Intendente, de ahí que cuando es electo el gobernador de Mendoza se dice que “se sienta en el sillón de San Martín”.
Entre el 7 y 8 de agosto de 1814, San Martín pisó tierras menducas en la zona de Corocorto (La Paz), proveniente de Córdoba. Descansó en lo que hoy es el departamento de Junín, en la posta del Retamo y el 10 de agosto llegó a la Ciudad de Mendoza. Fijó su residencia en la actual calle Corrientes 341, donde se encuentra el museo de la Casa de San Martín, inaugurado en 2019.
¿Cómo era la Mendoza de tiempos del Libertador?
Analizando los escritos del historiador mendocino Mario Descotte, nos encontramos con un San Martín maravillado por Mendoza, a punto tal que ansiaba la llegada de su esposa Remedios. En una carta le manifestó que abandonara Buenos Aires y viniese a ayudarlo a conquistar con su gentileza y buen trato al pueblo de Mendoza.
John Miers, un viajante inglés que estuvo por Mendoza, la describió de tal forma que la podemos ver como si estuviéramos ahí. Recordemos que la Ciudad de Mendoza la destruyó un terremoto en 1861.
Dice Miers: “La ciudad está construida en manzanas rectangulares de igual tamaño; es muy prolija y limpia. Las casas son todas de un piso. Están construidas con adobes, revocadas con barro y blanqueadas. […] Caminamos por una alameda, orgullo y ornamento de Mendoza; es una avenida hermosa y pareja. A cada lado tiene una doble hilera de grandes y hermosos álamos, los cuales son regados por un pequeño canal que corre constantemente entre ellos. […] No hay verdaderamente en Sudamérica un paseo comparable a la alameda de Mendoza”.
Esta belleza que describe Miers es gracias al Libertador, quien impulsó la creación de la alameda, en los límites de la ciudad. Es más, el mismo Libertador solía pasearse en las tardes de verano disfrutando una granita (nieve saborizada) o helado que se elaboraba enfriando crema con nieve de la montaña.
Su predilección por Mendoza
Continuando con la lectura de Descotte, en una carta dirigida a Tomás Guido respecto a la importancia de declarar la independencia para llegar a Lima, dice: “estamos en la inmortal Cuyo, ¡Y todo se hace! No hay voces, no hay palabras, para expresar lo que son estos habitantes.”
Más adelante, en una carta dirigida a Pueyrredón, le dice respecto a Mendoza: “Un justo homenaje al virtuoso patriotismo de los habitantes de esta provincia, me lleva a interrumpir la bien ocupada atención de V.E. presentándole en globo sus servicios.”
¿Qué dijeron qué dijo?
Siendo el Libertador un hombre de pocas palabras, resulta necesario volver sobre lo que sus estudiosos han dicho sobre él. Dijo Antonio Pérez Amuchástegui: “Los cuyanos en general, y muy especialmente los mendocinos, dieron a San Martín un apoyo rayano en lo increíble. […] San Martín hizo de Cuyo algo así como un país distinto, sin conflictos internos, con un ordenamiento económico planeado militarmente para asegurar el abastecimiento. La opinión pública era guiada políticamente por obra de una Misión Patriótica, y hasta el clero debía contribuir al fortalecimiento de la conciencia cívica.”
Por algo los Trovadores de Cuyo cantaban: “Es Mendoza la guardiana, por ser la tierra más gaucha…”
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