Una de nuestras lectoras quiso compartir una de las tantas historias de los italianos en Mendoza, ¿la conocemos?
“Esta es mi historia”, nos escribe Silvana Alba, una ítalo-descendiente que decidió radicarse en el lugar de sus nonos.
Italianos en Mendoza: una historia entre miles
“Soy nacida en Mendoza y toda mi familia era siciliana. Mi papá nació en Grammichele, mis nonnos paternos en Caltagirone y mis nonnos maternos en Basico, en Messina. Mis apellidos son típicos sicilianos: Alba,Bertino, Altamore, Giuffre, Polizzi…
Mis nonnos maternos fueron los primeros que llegaron, allá por el 1912, viniendo con ellos una hermana (la otra llegó después y dos hermanos de mi nonna). Se casaron entre ellos. Mis nonnos vivían en una zona de Mendoza donde vivían muchísimos italianos, sobre todo sicilianos y calabreses, por lo que mi nonna no aprendió el castellano.
En Mendoza tuvieron 4 hijas mujeres, de las cuales mi mamá era la más chica. Mi familia paterna llegó a la Argentina en 1949, pero mi papá llegó un año después porque estudiaba para técnico agrario en Catania. En Buenos Aires los esperaba el hermano de mi nonna, Angelo Altamore.
Mi papá terminó sus estudios y vino a Caltagirone a pasar unos meses con sus tíos mientras esperaba le mandaran el pasaje para irse él también. Sus momentos acá en Caltagirone los pude saber por un diario que escribió en 1949, una especie de autobiografía.
Una vez llegado a Buenos Aires, un amigo le consiguió trabajo en Mendoza con un contador. Gracias a este trabajo conoció a mi mamá y pasaron los años y se casaron.
Al año y medio nací yo. Mi papá dejó de trabajar con el contador para independizarse y comenzar su negocio con un socio. Allí comenzó la historia de Costalba Tapiplastic, que de un pequeño negocio pudieron construir y mudarse donde hoy está la biblioteca de la Universidad Aconcagua. Mi papá falleció joven, víctima de una horrible enfermedad, pero mi mama siguió con el negocio; después pasados muchos años nos pusimos por nuestra cuenta.
Mi mamá falleció hace 7 años y a los 3 años de su muerte decidí venir a Italia al menos por un tiempo, que se alarga siempre.”
Italianos que deciden regresar a Italia
“Esta venida fue por amor y por necesidad de alejarme. Mi historia con este calabrés no resultó pero como gracias a Dios ya había hecho muchos amigos acá, me vine a Sicilia, a la ciudad de mis nonnos. Acá siempre trato de buscar algo para hacer y conocer cada ángulo de Sicilia.
Amo el arte y acá es vivir en medio de un tesoro. Me gusta dibujar y pintar, y ya participé en una muestra y he ilustrado dos libros infantiles. Ya conocí los pueblos de mis otros nonnos y voy muy seguido al pueblo de mi papá porque está a 12 km. Allí tengo muchas amigas.
Cuando vine la primera vez, lloraba de emoción en el traghetto: era mi sueño desde que nací. Al nacer en una familia siciliana, desde chiquita me enseñaron a amar esta tierra por sobre todo.
Cuando aprendí a hablar, hablaba italiano siciliano y español, lástima que en la escuela me prohibieron y perdí el hablar. Me querían enviar a la Escuela Italiana pero en esa época no había cupo y no pude entrar.
Amo el italiano… Amo Sicilia, amo vivir acá. Me siento en casa. Al venir acá volví a mi infancia, con las comidas, porque volví a probar las comidas que se hacían en casa. A veces pienso si un día me voy de acá y me pongo muy triste. Desde chica quería irme a vivir lejos y lo cumplí. Acá es mi lugar en el mundo.”
