La Tragedia de Los Andes: a 49 años de una historia conmovedora

El 13 de octubre de 1972 un grupo de jóvenes uruguayos partió desde el aeropuerto de Mendoza a Chile. Uno de los pilotos comenzó el descenso del avión en el medio de las montañas, algo que ocasionó una de los accidentes más recordados de Latinoamérica. La Tragedia de Los Andes, como se la llamó posteriormente, fue una de las historias más conmovedoras sobre la supervivencia humana.

Un fin de semana diferente

El 12 de octubre, el Fairchild 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya salió desde el aeropuerto de Carrasco, en Uruguay. Allí viajaban los jugadores del Old Christians Club, quienes disputarían un partido de rugby con un equipo chileno. Además de los rugbiers, también viajaban el médico del equipo y su esposa, algunos amigos y parientes de los jugadores, cinco miembros de la tripulación y una mujer que tomó el lugar de un pasajero que esa mañana se había quedado dormido. El viaje terminaría el domingo 15 de octubre cuando el avión arribara nuevamente a Uruguay después de un fin de semana largo de placer y diversión. Sin embargo, nada salió como estaba planificado.

Mendoza, última parada

Los pilotos observaron que las condiciones climatológicas no eran las mejores para cruzar la cordillera. Por eso, el Fairchild 571 aterrizó en el aeropuerto El Plumerillo y los pasajeros pernoctaron en Mendoza. Algunos fueron a conocer la Universidad Nacional de Cuyo. Otro grupo recorrió la ciudad y las bodegas, otros fueron a fiestas y descubrieron la noche mendocina. Por protocolo, un avión militar no podía pasar más de 24 horas en el extranjero; el Fairchild 571 tenía que despegar sí o sí. Si bien las condiciones meteorológicas habían mejorado, no eran óptimas para cruzar. Por eso, los pilotos tenían dos opciones: o retornaban a Uruguay o se arriesgaban a cruzar a Chile por el paso El Planchón, a 200 kilómetros al sur de Mendoza. Ante la insistencia de los pasajeros el piloto decidió intentar lo segundo.

El accidente: la primera tragedia

A las 14:18, el avión despegó del aeropuerto de Mendoza y casi una hora después, a las 15:08, llegó al paso El Planchón. Por un error de cálculo, el copiloto pensó que estaba en suelo chileno y pidió que autorizaran su descenso a Chile. En realidad, el avión todavía se encontraba en Argentina. Por eso, cuando el descenso comenzó, lo hizo en plena cordillera. La cola del avión golpeó una ladera y quedó separada del resto del cuerpo. La parte delantera del avión se deslizó por un valle y chocó contra un banco de nieve donde quedó estancada a 4500 metros de altura con temperaturas por debajo de los 10 grados bajo cero.

La avalancha: la segunda tragedia

Al décimo día después del accidente, los sobrevivientes se enteraron de que Argentina, Chile y Uruguay habían suspendido la búsqueda. Quedaban 29 sobrevivientes y los recursos para que pudieran sobrevivir se estaban agotando. Fue en ese momento que decidieron alimentarse con los cuerpos de sus compañeros muertos, porque a partir del día diez tomaron consciencia de que solamente dependía de ellos sobrevivir y salir de las montañas. Cinco días después, una avalancha mató a ocho personas y durante otros tres días los pasajeros no pudieron salir del avión.

Durante noviembre de 1972, los sobrevivientes que se encontraban en mejor condición física comenzaron a entrenarse para cruzar la cordillera. Ellos, al igual que había pensado el copiloto en su momento, creían que estaban en Curicó, del lado chileno de la cordillera. Por eso, empezaron a planificar cómo saldrían de las montañas por sus propios medios, en una travesía que sería de pocos kilómetros. Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín irían a pie hasta Chile para decirle a todo el mundo, pero principalmente a sus familias, que ellos y otros 13 compañeros seguían con vida. El 12 de diciembre de 1972, Parrado y Canessa emprendieron viaje hasta Chile mientras que Vizintín, para ahorrar alimento y abrigo para los viajeros, regresó al fuselaje. Ese sería el comienzo de la vuelta a casa de los sobrevivientes de los Andes.

“Vengo de un avión que cayó en las montañas, soy uruguayo”

Diez días después de abandonar el fuselaje y tras recorrer alrededor de 40 kilómetros, Parrado y Canessa encontraron restos y huellas de animales. Algunos metros después, un vieron a Sergio Catalán, un arriero de la zona. Le pasó papel y lápiz a Parrado. El joven, agotado por la travesía escribió: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”. Así, el mundo se enteró que había 16 uruguayos con vida entre los restos del Fairchild 571.

De la tragedia al milagro

Entre el 22 y el 23 de diciembre de 1972, comenzaron las tareas de rescate de los jóvenes que habían quedado en el avión. Era verano y el fuselaje todavía era difícil de distinguir entre las montañas. Fue entonces que todos se enteraron de que el avión había caído del lado argentino, más precisamente en Malargüe cerca de El Sosneado. El 24 y el 25 de diciembre los sobrevivientes y sus familias festejaron Navidad acompañados de los médicos, las enfermeras y todos aquellos que colaboraron en las tareas de búsqueda y rescate. Ya en Uruguay, parte del grupo dio una conferencia de prensa contando su experiencia. Para el mundo, la tragedia pasó a ser un milagro, mientras que para los sobrevivientes, salir de la cordillera fue obra de su trabajo y esfuerzo conjunto.

Fernando Parrado llamó a uno de los montes próximos al lugar donde cayó el avión “Seler” en honor a su padre, por quien juró que se mantendría con vida. En el accidente murieron su madre y su hermana que viajaban con él. Sobre los restos del fuselaje y los cuerpos enterrados se emplazaron distintas placas y una cruz. El lugar se conoce como el Valle de las Lágrimas y allí todos los años hay excursiones. Los sobrevivientes volvieron al lugar varias veces así como también a Chile a visitar a Sergio Catalán, quien falleció el año pasado.