El Pozo de las Ánimas es uno de los sitios más atrayentes de Mendoza. Ubicado junto a la Ruta Provincial 222, está situado a 56 kilómetros del departamento de Malargüe, en la localidad de Los Molles. Lo visitan mendocinos y turistas permanentemente. También, son asiduos al lugar quienes buscan conocer más a fondo las diferentes formaciones geológicas que existen en la provincia. Es que el Pozo de las Ánimas es el resultado de una serie de fenómenos naturales que le dieron una forma única e irrepetible en Mendoza. Por eso, año tras año y cuando el clima lo permite, mendocinos y turistas se alistan para ir a conocerlo. El acceso al lugar es fácil y totalmente gratuito. Es una visita obligada cuando se recorre el sur mendocino.
Un paraíso por descubrir
El Pozo de las Ánimas consiste en dos depresiones escasamente separadas entre sí. La primera de ellas es una gran cavidad y aunque su proceso erosivo se detuvo, sus paredes están rodeadas de vegetación. En el fondo está completamente cubierto por agua y, por las marcas que quedan impresas en los costados, se pueden observar los diferentes cambios en el nivel del líquido. El segundo pozo es el más atractivo, su proceso de erosión aún no ha terminado y las paredes a su alrededor están cortadas a pique. Inclusive se pueden ver grandes piedras casi colgadas, a punto de caer al agua. Allí, además, se pueden observar algunos patos. Debido a la imposibilidad de predecir cuándo terminará el proceso de erosión, para evitar accidentes, frente al segundo pozo, se ha colocado una valla de contención que está prácticamente al borde de la tierra.
El Pozo de las Ánimas, una torca o dolina
Diferentes fenómenos naturales que atravesaron la tierra malargüina le dieron al Pozo de las Ánimas su forma característica de torca o dolina. Esta formación se origina por la disolución de los depósitos subterráneos de rocas tales como el yeso. Una dolina surge entonces como el resultado de las filtraciones de las capas subterráneas que producen derrumbes y hundimientos en el terreno circundante. El 19 de diciembre de 1981 un equipo dirigido por Rodolfo Rogelio Rocha, integrado por buzos, científicos, gendarmes, deportistas y periodistas, realizó el descenso de 12 personas a la laguna. Allí, pudieron hacer diferentes estudios científicos en el lugar. De los resultados de dichos estudios se pudo determinar que el diámetro del pozo mayor era de aproximadamente 200 metros y la profundidad hasta el agua era de unos 80 metros.
La leyenda aborigen en torno al Pozo de las Ánimas
Cuando el viento golpea en el Pozo produce una especie de silbido, similar a un quejido. Ese ruido tan característico originó distintos mitos. Según se cuenta, los indios denominaban al pozo Trolope-Co, que significa agua de los muertos. Ese nombre deriva de una leyenda indígena que relata que un grupo de indígenas que era perseguido por otro grupo rival. Cuando esta tribu se percató de que sus perseguidores habían desaparecido volvieron sobre sus pasos. En ese lugar, encontraron a sus enemigos en dos pozos en los que se hundieron hasta morir ahogados. Desde ese momento, los aborígenes locales veneran al lugar que los salvó de sus enemigos y lo denominan el “lugar en donde lloran las ánimas”. Quienes han ido de noche al Pozo de las Ánimas aseguran que el viento lleva consigo a los gritos de quienes se ahogaron allí. ¿Creés en esta leyenda? Contanos en los comentarios.
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