De los bandidos rurales más conocidos en nuestro país, Juan Bautista Vairoleto ocupa sin dudas uno de los primeros puestos. Una vida cargada de leyendas y mitos hacen de este ítalo-argentino el “Robin Hood argentino” o “Robin Hood criollo”, como suelen llamarlo.
Vairoleto y su sangre del Piemonte
Juan Bautista Vairoleto nació en Colonia Los Algarrobos, provincia Santa Fe, el 11 de noviembre de 1894. Fue el segundo de seis hermanos, sus padres eran Vittorio Vairoleto y Teresa Mondino, inmigrantes piemonteses que habían llegado al país con las primeras oleadas de italianos. Siendo pequeño, su familia se trasladó a Colonia Castex en La Pampa.
Una vida bandolera
A los 24 años se enamoró de una bailarina de uno de los burdeles que frecuentaba. Pero el comisario también estaba interesado en ella, Elías “El Turco” Farache. Por este motivo, Farache encarceló a Vairoleto. Al ser Vairoleto lo asesinó. Por este crimen fue condenado a un año de prisión.
Luego, se dedicó a las apuestas ilegales y fue asaltante de caminos a lo largo y ancho de La Pampa, San Luis y Río Negro.
Vairoleto era conocido porque luego de repartir el botín entre su banda, ayudaba a los más necesitados de ahí que siempre encontraba ayuda para huir o quien le diera refugio. Por esta razón se lo conocía como un vengador, un justiciero del sufrimiento de los más humildes, básicamente un Robin Hood. Entre 1920 y 1941, Vairoleto fue uno de los bandidos rurales más buscado por la justicia. Durante la década de 1930 cualquier delito o crimen que se cometía en las regiones donde él se movilizaba, era automáticamente acusado del hecho.
El final de su vida
En 1938, Vairoleto compró un campo en Carmensa, General Alvear, provincia de Mendoza. Nadie imaginó que era el famoso bandolero, ya que siempre se presentaba con un nombre diferente. Se instaló junto con Telma Ceballos, la mujer que lo acompañó por casi veinte años y con quien tuvo dos hijas Juana y Elsa. El padrastro de Telma había sido uno de los protectores de Vairoleto, pero nunca aprobó la relación con el bandido, por eso huyeron juntos. Incluso después de su muerte, Telma siguió defendiendo su nombre hasta que falleció en 2004 a los 101 años de edad.
La noche del 14 de septiembre de 1941 guiados por Vicente Gascón, antiguo miembro de la banda, decenas de policías rodearon el rancho donde vivía Vairoleto. Cuando oyeron los gritos de la policía diciendo “¡Es el gringo, es el gringo!”, Vairoleto se atrincheró contra una ventana y cargó una carabina y su pistola. Primero disparó hacía los agentes, hiriendo a uno en el estómago, luego la colocó en su cabeza y se quitó la vida. Vairoleto había jurado que nunca lo agarrarían con vida y cumplió su palabra. Lo velaron en el Comité Demócrata de la localidad al que asistieron miles de personas. Luego lo enterraron en un pequeño mausoleo del cementerio local construido con la colaboración de aquellos a los que había ayudado en vida.
