Di Benedetto, un escritor mendocino imperdible

Nieto de italianos, Antonio Di Benedetto nació en Mendoza. Su narrativa vanguardista supo construir mundos desafiantes y complejos sin alejarse de su identidad. Tanto es así que algunas de sus creaciones fueron llevadas al cine con gran éxito.
Tempranamente, su obra literaria y periodística se destacó obteniendo numerosos premios y reconocimientos en el ámbito nacional e internacional. De hecho, en 1969 recibió de parte del gobierno italiano el título de Caballero de la Orden del Mérito por su labor intelectual.
Según el escritor, la habilidad narrativa fue heredada de su madre. Ella relataba las andanzas familiares que la inmigración llevaba consigo. Esas historias plagadas de aventuras y descripciones, forjaron en el pequeño Antonio el umbral de su ávida creatividad literaria.

Antonio y los suyos

En una entrevista realizada en 1972, Di Benedetto detalla su genealogía. Describe a su abuelo paterno, hijo de un soldado garibaldino, como un hombre de personalidad dramática que encarnaba el lugar de autoridad en el clan familiar. El nonno Di Benedetto había traído de Italia algunas cepas para plantar en su finca ubicada en Guaymallén. Allí, Antonio pasaba el tiempo jugando y disfrutando de la naturaleza.

En tanto, el abuelo materno –quien de Italia llegó primero a Brasil– es descrito como un sonador de flauta, promotor de la alegría y el canto. Las abuelas son asociadas a sus pueblos de origen, una con prosapia en la tierra de los olivares y otra en las montañas, en Troina. Cuando Di Benedetto describe a su padre lo define como el representante de la vocación cultural, y a su madre la  retrata como la poseedora de la inteligencia y el amor.

Su paso por el Diario Los Andes y su exilio

La pluma de Di Benedetto estuvo ampliamente amparada por el periodismo. El escritor trabajó 31 años en el diario Los Andes de Mendoza, desde 1945 hasta su encarcelamiento sin justificativo durante la última dictadura militar.
El 24 de marzo de 1976 fue detenido en las instalaciones del diario. Durante el tiempo que estuvo preso escribió en secreto una serie de cuentos publicados bajo el nombre de Absurdos. Después de 18 meses de estar detenido ilegalmente, Di Benedetto recuperó su libertad e inmediatamente pidió una explicación de su arresto. Sin embargo, las autoridades militares nunca pudieron justificar su detención. Ante este panorama, el escritor decide darse al exilio.
Antonio Di Benedetto regresó a Argentina en 1984 y recibió numerosos reconocimientos a su llegada. Dos años después publicó su última obra Sombras, nada más… Falleció el 10 de octubre de 1986, a los 63 años, por un accidente cerebrovascular.

Di Benedetto al cine

Casi veinte años después de su muerte, el cine recupera la literatura del escritor mendocino y la pone en auge. En 2005, el director Javier Villegas filma Los Suicidas. La película es protagonizada por Daniel Hendler y Leonora Balcarce y la historia está basada en la novela homónima que Di Benedetto publica en 1969.
Luego, en 2010, se estrenó Aballay, el hombre sin miedo, una película argentina del género western-gauchesco coescrita y dirigida por Fernando Spiner. El film está basado en el cuento Aballay, el cual pertenece a una saga de cuentos que Antonio Di Benedetto escribe secretamente en la cárcel durante la dictadura.

En 2017, Lucrecia Martel estrena Zama, una impecable adaptación cinematográfica de la primera novela de Di Benedetto y considerada su obra maestra. La película tuvo un gran éxito y fue seleccionada para representar a nuestro país en la 90ª edición de los Premios Óscar en la categoría mejor película de habla no inglesa.

Zama, la obra maestra de Di Benedetto

Publicada por primera vez en 1956, Zama está considerada de manera unánime como una de las grandes novelas del siglo XX en lengua española. Con una escritura precisa, Antonio Di Benedetto narra la existencia solitaria y suspendida de Don Diego de Zama, un funcionario de la corona española en Asunción de Paraguay que, víctima de una interminable espera, aguarda ser trasladado a Buenos Aires a fines del siglo XVIII. Esta espera es tratada como una condición filosófica en una prosa reflexiva y deslumbrante:

“Salí de la ciudad, ribera abajo, al encuentro solitario del barco que aguardaba, sin saber cuándo vendría.
Llegué hasta el muelle viejo, esa construcción inexplicable, puesto que la ciudad y su puerto siempre estuvieron donde están, un cuarto de legua arriba.
Entreverada entre sus palos, se manea la porción de agua del río que entre ellos recae.
Con su pequeña ola y sus remolinos, sin salida, iba y venía, con precisión, un mono muerto, todavía completo y no descompuesto. El agua, ante el bosque, fue siempre una invitación al viaje, que él no hizo hasta no ser mono, sino cadáver de mono. El agua quería llevárselo y lo llevaba, pero se le enredó entre los palos del muelle decrépito y ahí estaba él, por irse y no, y ahí estábamos.
Ahí estábamos, por irnos y no”.

Di Benedetto, A., Zama, 1956.