Los italianos son verdaderos seres migrantes. Siempre se han caracterizado por su vitalidad y su ímpetu de crecimiento, de mejora, de cumplir sueños. Así lo demuestran las incontables comunidades italianas a lo largo y ancho de todo nuestro planeta. Si bien nunca debemos olvidar de dónde venimos, la pregunta por la identidad quizás debiera orientarse por otra más compleja y reflexiva: ¿hacia dónde vamos? Es que, lo que nos une, muchas veces, supera nuestras raíces: nos unen nuestras alas, nuestros proyectos.
Migrantes y tradición, la importancia de cuidar las raíces
Las raíces son lo que nos sujeta, lo que nos da estabilidad para crecer y para sostenernos en caso de peligro. En el caso de los migrantes italianos, su cultura, lengua y gastronomía, entre otros, no solo siempre han sido sumamente custodiadas, sino que también se han ganado el corazón de tantísimos pueblos y naciones en todo el mundo. Así, los migrantes siempre han sabido llevar a donde fuera que se dirigieran.
Se trata de algo más que de un cuaderno de recetas: es un estilo de vida. Un estilo sano, responsable, comprometido pero a la vez consciente de la importancia de disfrutar cada momento. De querer lo que se tiene pero sin que ello impida soñar con algo mejor. Lo que nos ha unido, desde siempre, son los proyectos. Nuestro espíritu soñador y nuestro esfuerzo para conseguir lo que tanto ansiamos.
Y esto, sin duda, podemos apreciarlo en cada una de las ciudades que acogen a los italianos que decidieron, por distintos motivos, convertirse en migrantes.
Hacia dónde vamos… O cómo: ayudándonos
Como señala Alicia Bernasconi, el asociacionismo es un rasgo típico de la inmigración italiana en Argentina. Si bien las asociaciones han distinguido la presencia de los italianos en los países donde emigraron, lo cierto es que no existieron, en otros países, asociaciones mutualistas o de otra índole; comparables a las argentinas en cantidad de socios o en capital social.
Dichas asociaciones cumplieron un importante papel, sobre todo, en ciudades pequeñas y medianas de provincia.
Las instituciones estaban dedicadas a proveer de servicios como educación y salud. Asimismo, el asociacionismo permitió la creación de clubes deportivos, bibliotecas y periódicos, entre otros.
La fundación de instituciones de socorros mutuos por parte de los italianos que se instalaron en nuestro país fue creciendo a la par del tendido de las líneas ferroviarias, prácticamente construidas con mano de obra italiana.
Tren y migración: una crucial unión
Los italianos participaron activamente en la construcción de líneas férreas, no solo en Argentina sino también en el resto de los países a los cuales emigraron.
A medida de que el tendido avanzaba, nacían poblaciones y los trabajadores se instalaban en ellas. Si surgían oportunidades interesantes, muchos de ellos decidían quedarse allí. Este fue el caso, por ejemplo, de Mendoza: con la llegada del ferrocarril que debía unir Buenos Aires con Santiago de Chile a través de la
cordillera de Los Andes (1885), muchos italianos, tras haber acumulado el capital suficiente en otras actividades, como la comercial, se dedicaron a la vitivinicultura. Dicha actividad era promovida por los
gobiernos nacional y provincial, con el objetivo de aprovechar la ventaja comparativa de suelo y clima que posee nuestra provincia, y satisfacer la creciente demanda de vino, impulsada por el crecimiento demográfico y los hábitos de consumo de los inmigrantes.
Dicha actividad era promovida por losgobiernos nacional y provincial, con el objetivo de aprovechar la ventaja comparativa de suelo y clima que posee nuestra provincia, y satisfacer la creciente demanda de vino, impulsada por el crecimiento demográfico y los hábitos de consumo de los inmigrantes.
